Tacones, modas y caprichos femeninos

El capricho de los tacones altos

Napoleón Fernandez

Gustos y perjuicios aparte, unos altos y finos tacones elevan la figura, alargan las piernas y, si son llevados con gracia, potencian la belleza femenina. Pero tras ese placer estético se ocultan serios trastornos pues, entre otros daños, los tacones altos no permiten el trabajo del músculo tríceps y por tanto obstaculizan la circulación sanguínea periférica, en particular la llamada de retorno.

Históricamente los tacones han sido asociados a la feminidad, la sexualidad y la elegancia. De hecho, la adicción enfermiza de algunos hombres a las mujeres en tacones se ha descrito como una de las formas de fetichismo más frecuente.

Pero volviendo a la historia, se dice que fue en pleno Renacimiento cuando se inventaron los tacos -antecedentes del tacón-, consistentes en una cuña de aproximadamente un par de centímetros en el talón del zapato, lo cual hacia ver a la persona un poco más alta de lo que era en realidad. 

Esta moda pronto se generalizó en las cortes europeas y fue evolucionando hasta que en el siglo XX algunos tacones llegaron a exceder los 10 centímetros y tener la forma con que fueron bautizados -tacón de aguja- convirtiendo a las mujeres que los usaban en verdaderas acróbatas de tierra.

La moda y el capricho de los tacones altos

Pero más allá de modas y caprichos femeninos, los estudiosos de la articulación de piernas y pie, recomiendan que los tacones no excedan los dos centímetros y medio del invento original, so peligro de padecer severas lesiones que podrían terminar en el quirófano. De hecho, 6 de cada 10 pacientes que llegan a él por lesiones en los pies, son mujeres, aseguran directivos del servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital USP San Carlos de Murcia.

Pero el hecho de que la medida óptima para el confort y la seguridad del tacón sea precisamente una pulgada, o los dos centímetros y medio, no es una reverencia a sus ancestros, sino el resultado de estudios tras los cuales se concluyó que esta proporción permite distribuir el peso de manera adecuada, es decir 50% en el talón y el otro 50% en el ante pie.

No obstante, los diseñadores de calzado femenino insisten en las correas delicadas y frágiles, los arcos finos, las puntas terminadas en pico, flores en medio de los dedos y talones muy altos con lo que en realidad garantizan un futuro de mujeres con juanetes, dedos en garra, o, deformidades que tiene su origen en el abuso de zapatos estrechos, de punta fina y con tacón alto, según refieren los especialistas.

Otro factor que no contribuye es el desconocimiento acerca de qué tipo de zapato se adecua mejor a la anatomía de nuestro pie que puede ser egipcio, griego o cuadrado.

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