El poder de la sonrisa para ser feliz

Un gesto tan sencillo como sonreír no te cuesta nada y te da mucho

Laura Sánchez, Filóloga
En este artículo
  1. Los poderes mágicos de una sonrisa
  2. Momentos para sonreír

A veces estás triste, de bajón, con un montón de preocupaciones rondándote la cabeza y no te apetece ni sonreír. Pero deberías intentarlo, porque una sonrisa a tiempo te puede cambiar el día a ti y a los que te rodean. Sin ánimo de fomentar el buenrollismo ficticio tan de moda hoy en día, podemos afirmar que la sonrisa es capaz de hacer magia en tu vida. Descubre el poder de la sonrisa para ser feliz y compártelo con la gente que quieres.

Los poderes mágicos de una sonrisa

Si muchas veces hemos hablado del poder de los besos para ser más felices, hoy le toca el turno a la sonrisa, un gesto para el que no necesitamos a nadie más y con el que podemos inundar de felicidad nuestra vida y la de los demás. Además, la sonrisa es un gesto universal, una especie de lenguaje común que tenemos todos los seres humanos.

Sonreír también un acto mágico. Son muchos los estudios científicos que afirman que una sonrisa genuina genera en el cerebro las sustancias químicas responsables de que te sientas feliz. Y son de sobra conocidos los efectos de la risoterapia para una vida más saludable. Pero no hace falta llegar a la carcajada.

La sonrisa es una forma más de cohesión social. Cuando sonríes a alguien por la calle, lo más probable es que esa sonrisa te sea devuelta. Lo mismo ocurre cuando sonríes a una persona en otro contexto, que inmediatamente se crea un vínculo de empatía y cercanía. Y más de lo mismo ocurre con la vida. Si le sonríes a la vida, la vida te devuelve esa sonrisa.

Pero hay más. Porque cuando sonríes te sientes mejor contigo misma y en sintonía con tu entorno. Cuando sonríes te sientes más segura de ti misma, más confiada y sube tu autoestima. Y además, cuando sonríes puedes estar haciendo feliz a la persona a la que sonríes. Recuerda que una sonrisa también es capaz de enamorar.

Momentos para sonreír

Decía Charles Chaplin que un día sin sonreír era un día perdido, así que cualquier momento es el mejor para dibujar una sonrisa en tu boca. No hace falta que le sonrías al despertador, pero sí que te sonrías a ti misma al despertar, frente al espejo del baño, sonríete porque es una muestra de cariño.

Sonríe cuando vayas a despertar a tus hijos para que lo primero que vean en el día sea tu sonrisa. Sonríe a tu vecino en el ascensor, sonríe cuando salgas a la calle y el sol te dé en la cara; sonríe también cuando la lluvia te moje el pelo. Sonríe en el trabajo porque tus compañeros se lo merecen y puede que hasta tu jefe también.

Sonríe a tus amigas, a tu madre y hasta a tu suegra. Tú sonríe y cualquier interacción social irá mejor. Sonríe al final del día porque, haya sido bueno o malo, has tenido momentos agradables que te han sacado esa sonrisa. Sonríe al recordar todas las sonrisas del día porque al fin y al cabo, esos momentos agradables son los cuentan.

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