Historia de amor de verano: Enamorada de una chica

Tamara Sánchez, Periodista
En este artículo
  1. Confesiones inesperadas
  2. Me gustan las chicas, ¿y qué?

Historia de amor de verano lesbianas

Maca se dio cuenta de que le gustaban las chicas cuando conoció a Alba. Antes de eso había tenido algunas relaciones, todas con hombres y todas muy cortas. No duraban demasiado, porque ninguno conseguía atraerla lo suficiente. Sin embargo, cuando Alba llegó a su vida todo su mundo se tambaleó. Con ella conseguía sentirse realmente viva, con ella había descubierto sentimientos y emociones que ni siquiera sabía que existían.

Sin embargo, Maca tenía que llevar su amor por Alba en secreto. Primero porque le daba miedo que sus padres no aceptaran que le gustaban las mujeres. Segundo porque Alba era la novia de su hermano y no podría corresponderla jamás, lo suyo era totalmente imposible. Maca tenía que conformarse con ser amiga de Alba, una muy buena amiga, pero solo eso. Para colmo, su hermano y ella iban a casarse después del verano y sus padres habían decidido pasar una semana de vacaciones todos juntos en un apartamento en la playa para celebrarlo.

Maca, obviamente, no tenía ganas de ir, pero tenía que hacer de tripas corazón. Eso sí, tenía claro que cuando la boda pasara iba a pedir el traslado en el trabajo para irse a vivir muy lejos, olvidarse de Alba y empezar una nueva vida.

Confesiones inesperadas

Maca intentó hacer todo lo posible por evitar a Alba durante esa semana en la playa. Aunque ella y su hermano llevaban saliendo muchos años, ahora que sabía que se iban a casar la dolía más que nunca verlos juntos. Todo estaba transcurriendo más o menos con normalidad hasta que una tarde llamaron a la puerta de su habitación: era Alba. “Maca te he notado muy distante estos días, ¿te pasa algo? Necesito hablar contigo. Te necesito”, dijo con la voz entrecortada. Maca no contestó, no era capaz ni de mirarla a los ojos. “¿Te apetece dar una vuelta?”, insistió Alba.

Maca no se pudo negar y fueron hasta la playa. Era una tarde soleada y el mar estaba en calma, aunque todo hacía presagiar que muy pronto se iba a desatar un maremoto. “Maca necesito decirte algo, no puedo callármelo más. Eres mi mejor amiga y la única persona en la que puedo confiar. No estoy segura de querer casarme con tu hermano, no estoy segura de estar enamorada de él, no sé qué hacer”, dijo Alba temblado y con las lágrimas a punto de salir de sus ojos. Maca no podía creerse lo que estaba escuchando. Por un lado, las palabras de Alba la hacían inmensamente feliz; por el otro, la tormenta que se avecinaba podía terminar calándola hasta los huesos. Inundada por la oleada de sentimientos se acercó a Alba y la abrazó. Después la secó las lágrimas con el pico de su camiseta. “No te preocupes, yo estaré aquí”, murmuró Maca. Ambas se miraron con intensidad, una mirada que decía todo y nada al mismo tiempo. En ese momento Maca fue incapaz de contener más sus sentimientos y aproximándose despacito a Alba rozó sus labios con los suyos en un beso impulsivo que duró menos de cinco segundos.  “Lo siento, no debería haberlo hecho”, dijo Maca separándose rápidamente de Alba. Después, salió corriendo sin mirar atrás.

Me gustan las chicas, ¿y qué?

Durante las siguientes semanas Maca y Alba ni se vieron ni hablaron. Ninguna de las dos era capaz de afrontar lo que estaba sucediendo. Maca se sentía muy avergonzada por lo que había pasado en la playa y lo único que quería era huir cuanto antes. Decidió que no iba a esperar a después de la boda para mudarse a vivir a otro lugar y olvidarse de todo. Justo el día de antes sacó unos billetes de avión, hizo las maletas, dejó una nota a sus padres y a su hermano despidiéndose y se dirigió al aeropuerto.

Justo antes de embarcar oyó unos gritos a lo lejos. “¡Macaaaaaa! ¡Macaaaaa!”, era Alba. “Maca, tu hermano me ha dicho que te habías ido. No puedo permitirlo, te quiero. He estado engañándome a mí misma durante todo este tiempo. Si no he sido capaz de enamorarme de tu hermano es porque otra persona estaba ocupando mi corazón, y esa persona eres tú. El otro día cuando me diste el beso en la playa me abriste los ojos, me di cuenta de lo estúpida que he sido, de todo el tiempo que he perdido sin estar contigo, lo siento, tenía miedo. Me asustaba mucho el qué dirán, me asustaba el rechazo, pero basta ya. Me gustan las chicas, ¿y qué? Me gustas tú, te quiero, y no me importa gritarlo a los cuatro vientos. Vayámonos lejos juntas o quedémonos, pero no me dejes sola. Me da igual lo que digan, me da igual lo que piensen, quiero estar a tu lado. Ahora y siempre”.

Maca se acercó a Alba y la besó. A diferencia del beso de la playa, este fue un beso largo, pasional, intenso. Un beso eterno. Después de esto, ambas empezaron una nueva vida en otro lugar. Una vida en la que el amor siempre triunfa.

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